El funeral de Tom Sayers
La tumba de Tom Sayer en Highgate Cemetery, con su fiel guardián Lion Fot. John Armagh (2007) |
Uno de los monumentos funerarios más famosos del no menos célebre cementerio de Highgate Cemetery, en Londres, es el del púgil Tom Sayers (1826-1865), uno de los últimos boxeadores sin guantes y protagonista de célebres peleas que arrastraban el interés de las masas en sus tiempos, e incluso el de la Reina Victoria. Durante los últimos años de su vida sufrió serias enfermedades que le llevaron a la tumba: diabetes y tuberculosis que se agravaron con un grave alcoholismo.
Su funeral fue sonado, se cerraron comercios y su carro fúnebre fue seguido por una gran multitud que deseaba rendirle un último homenaje, aunque su comportamiento según las crónicas de la época no fue precisamente correcto.
Abría la comitiva su perro mastín, Lion, que con un crespón negro atado a su cuello seguía el ataúd de Sayers. Triste, y con una actitud digna y ceremoniosa, siguió el cuerpo de su amo hasta la tumba, donde se encuentra representado como fiel compañero y espíritu protector.
La actitud de Lion destacó sobremanera frente a la de sus seguidores humanos, que deseando acercarse al enterramiento lo más posible destrozaron lápidas y árboles y organizaron un altercado tal que la policía hubo de mantenerse firme para poder finalizar el entierro de forma decente.
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