Acantilados de creta en la isla de Rügen
Caspar David Friedrich (1818) Museum Oskar Reinhart am Stadtgarten, Winterthur |
Esta pintura de Friedrich, que parece un simple paisaje, está repleta de simbolismo. En 1818 el pintor viajó con su joven esposa a la isla de Rügen, y al parecer allí tomó nota para ejecutar esta famosísima pintura. La escena se representa en uno de los miradores más conocidos de la isla. El hombre del medio se considera que es el autor, agachado y con el sombrero en el suelo en señal de humildad ante la imponente vista, busca un punto de apoyo como símbolo de la fugacidad de la vida ante el abismo que se abre ante él, interpretado como la muerte.
El hombre de la derecha, con los brazos cruzados se cree que es su hermano, apoyado contra el tronco de un árbol y mirando el mar y los veleros que navegan en él. Estos veleros representan las almas que se dirigen a la vida eterna, las almas de los dos hermanos.
La mujer del vestido rojo se identifica con Caroline, esposa del pintor.
Los colores de la ropa, azul, verde y rojo se interpretan como las virtudes teologales cristianas: fe, esperanza y amor.
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