La inmortalidad de Marthe de Florian

Marthe de Florian, Giovanni Boldini (1888)

Ser una alocada actriz de la Belle Époque, musa de artistas y amante de pago tiene su lado bueno y su lado mejor. 
Hay que reconocer que Marthe de Florian se lo montó muy bien. No por la calidad moral o amatoria de sus amigos, que quién sabe: aristócratas de postín, bohemios o pintores famosos... sino porque consiguió ganarse la inmortalidad.

En el año 2010 se abrió un apartamento de París cerrado al mundo durante 70 años. No debía de respirarse muy bien allí dentro. El alquiler se siguió pagando desde que fue abandonado en 1942, huyendo de la guerra, también se pagaban los impuestos correspondientes, suponemos que hasta el agua y la luz, y aquí vemos como Madame de Florian se lo montó realmente bien, porque mientras vivió no le faltó de nada. Cualquiera de nosotros hubiéramos dejado de pagar mucho antes y ni inmortalidad ni nada.

Cuando la nieta de nuestra protagonista falleció el milagro se produjo. Un retrato de la abuela Marthe que nunca había visto la luz, que nunca se había exhibido en público, nunca había pasado a manos de propietarios ajenos a su valor sentimental, nunca se había catalogado, ese retrato, el mismísimo espíritu de la abuela Marthe, cobró vida y respiró el aire parisino, así como las brisas que navegan sobre el Sena que soñamos sean limpias y puras. La muselina rosa y su cabello flotaron con invisible impulso.

El contenido del apartamento fue subastado, incluida la inmortalidad de Marthe de Florian, alcanzando un valor de 2.1 millones de euros, aunque esa es otra historia. Posiblemente el Diablo hubo de colocar una olla extra en su Infierno, del que imaginamos también sigue pudiendo pagar la letra mensual.

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