Caminando por las calles de una ciudad pueden entenderse muchas
cosas acerca de su arquitectura, de su historia, del carácter de sus
gentes.
Este verano nuestros pasos, por razones que no vienen al caso, se
dirigieron hacia el sur de la Península y, sin mapas, solamente con
la Historia que llevamos siempre en nuestra cabeza y que es una de
las mejores pequeñas guías de turismo que nos pueden acompañar en
la vida visitamos la ciudad de Cádiz, tan hermosa.
El callejero del Cádiz antiguo,
repleto de balconadas de forja y galerías acristaladas
Para un amante del siglo XIX ¿qué podemos decir, o no decir ya,
acerca de Cádiz? En la puerta que abre el Mediterráneo desde el
Atlántico su posición estratégica es inmejorable. Desde la fenicia
Gádir y su esplendor en época romana, lugar codiciado por
diferentes pueblos e intereses, portuaria y comerciante, sede de la
Casa de Contratación y Flota de Indias, cuna de la primera
Constitución española, podemos ver aún su antiguo esplendor en sus
blancos refulgentes al sol.
Cádiz. Grabado del siglo XIX
Paseando entonces sin rumbo como insinuábamos, entre calles estrechas
y manzanas y más manzanas de edificios decimonónicos, cometiendo
incluso algún pecado de curiosidad – eso sí, lo más respetuosa,
silenciosa y rápida posible – y entrando en el pequeño patio de
un edificio de varias plantas para respirar el frescor y admirar las
fantásticas galerias blancas que se erguían sobre él, puede ser
que el afortunado viajero llegue a descubrir una hermosa plaza
arbolada denominada de La Candelaria. En una esquina de la misma un
café con fachada interesante, de las que apenas quedan, y un nombre
que nos retrotrae a otros tiempos: Café Royalty. Acérquese usted a
uno de los grandes ventanales, sentirá la irresistible necesidad de
no pasar de largo.
Fachada del Café Royalty, en la gaditana Plaza de La Candelaria
El Café Royalty se abre en Cádiz en 1912. Con su decoración
magnífica y el deleite de conciertos musicales nocturnos pasa a ser
un imprescindible entre los ciudadanos más exquisitos e
intelectuales del momento. Grandes espejos nos recuerdan a una
bohemia Europa enmarcados por molduras de escayola recubiertas con
pan de oro, menaje reluciente e impoluto, frescos coloridos que
decoran los techos. No hace falta imaginarlo, aún hoy podemos
contemplarlo gracias a una cuidada restauración llevada a cabo en
los últimos años que culminó con la apertura del café en 2012 –
en los años 30 hubo de cerrar sus puertas y abrir una década más
tarde como almacén –.
Nuestra mirada se recrea en los frescos modernistas
enmarcados por escayola sobredorada
No se exige etiqueta para entrar en el Royalty, aunque estar
sentado en una silla ante un aromático café, sobre una mesa de
mármol, rodeado de dorados que relucen a la luz de lámparas de
brillante cristal, atendido por un personal joven muy agradable, muy
correcto y muy profesional, es de un lujo incomparable. Hacen que uno
se sienta trasladado a un tiempo que aún no se ha perdido y que, en
lugares que parecen inmersos en algún sortilegio, aún se puede
respirar.
Interior del Café Royalty
Sabéis que no solemos escribir demasiadas reseñas sobre lugares en activo, pero nuestra entrada en este café inmediatamente nos encandiló y nuestra mente fue definiendo esta entrada en el blog. Esperamos que la disfrutéis y, entre todas las otras maravillas que pueden visitarse en Cádiz, consideréis que merece la pena una refrescante visita y un descanso en este lugar tan bello.
Café Royalty, una delicia en muchos sentidos
Fotografías por A. Miranda.
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